miércoles, 1 de agosto de 2012

No (@ssslowdown)

Estoy chorreada en el mueble de mi sala. Está todo apagado, menos yo. Suena Cultura Profética. Más que por ganas de escucharlos, por la necesidad de recordar. 


Debo decir primero que escribir es mi terapia. No tengo plata para un psicólogo y en mi universidad estamos todos locos porque no hay cita hasta el próximo ciclo. En fin, todo bien. Me emocioné cuando @MegamanPE me preguntó si era buena escribiendo posts. Lo primero que pensé fue: "Ah, Tuiterlandia. Pero... Si hasta @telasopapeo ha escrito uno..." Y dejé de emocionarme. Ok, no fue así, pero ya, en serio.

Jalé Historia Universal. Era mi primer ciclo en la universidad y jalé no por no entender, no porque el profe me odiaba, no no no. Jalé por drogada. Ajá. Mi hoja de examen flotaba y a la cabeza pelada del profe, cuando cerraba un poco los ojos, le salían pelos de colores. Me iba por nueve y saqué seis. Y es que... ¿qué podía escribir sobre la Revolución Industrial o sobre dónde o cómo pasó tal o cual cosa? Lo que sí escribí en mi hoja de borrador fue un poema sobre la Revolución Francesa (que, por cierto, nunca recuperé).

Lo divertido de esto es contar cómo me metí en esta estupidez de fumar marihuana como si fuera la última cosa que podía hacer sobre la faz de la tierra, a consumirla como si fuera el mismo aire que respiro. Para esto, abro un chupete de fresa mientras escribo, lo termino y hago como si el palo fuera un wiro. Inhalo y exhalo. No sale humo. Trato de recordar qué hacía para que saliera humo, dónde estaba yo cuando el humo se iba y qué sentía después de que el fuego consumiera lo que iba quedando.

Una chica se me acercó el primer día. Dije "esta, de todas maneras, es pastrula". Tenía un letrero en los ojos, un letrero gigante (aunque invisible) que decía algo como "alucina". Alucina que tu examen flota, que al profe le salen pelos de colores, que vives en el país de las maravillas y yo soy Alicia. Qué les puedo decir... Me enamoré. No de ella, sino de su forma de ver la vida tan... verde. Me invitó el primero de muchísimos wiros en el malecón de Miraflores escuchando Del tope al fondo

Solía fumar uno yendo a la universidad y otro regresando. Mi cerebro la pedía siempre como jugando, como salida, como entrada... no sé. Fumé un semestre entero. Los peores y mejores 6 meses de mi vida. Conocí a un chico y fuimos felices 7 meses. Eramos él, la marihuana y yo. El mejor trío de la historia.

Juraba que la vida era color de hoja hasta el día en el que fui a recoger mi examen final de historia. El peladito me miró y me dijo "Medina, lo siento", mientras me entregaba el seis. Miré con mis acostumbrados ojos rojos la hoja y empecé a sonreír, a sonreír y a sonreír. "Gracias, profe", y salí corriendo. El día del examen no había dormido ni estudiado. Había fumado el doble de lo que normalmente fumaba y no me podía importar menos.

Volé. Hice mía esa palabra como ninguna otra. Cogí toda la marihuana que tenía y la boté por el wáter. Sí, me importó poco lo que había gastado. Boté TODO y fui a contarle la decisión a mi enamorado. Lo tomó bien, se entusiasmó y botó todo también. 


Terminamos dos meses después. Cantábamos de a tres. No sé si seguiríamos juntos y no quiero saberlo. Lo que sí sé es que no volví a fumar después de ese día. Hoy solo lo huelo de lejos. Aspirando fuerte y diciendo "no, Ale, no".

2 comentarios:

  1. Fuertes revelaciones que ayudan a superar algo que se creía bueno y que fue lo peor que pudo pasarte.

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  2. Qué buen post, desde mañana dejo las drogas para poder gobernar bien.

    @Ollanta_HumalaT

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